Uno de los objetivos de Ritmo en los barrios para este año es el de hacer llegar la música a muchos más niños haciendo visitas a escuelas y centros del tipo que sea, para que los niños puedan aprender y disfrutar, aunque sea por un solo día, de talleres, conciertos o cualquier tipo de actividad relacionada con la música.
Ya comenzamos a trabajar en este proyecto, y la verdad es que la primera salida fue de lo más impactante. Después de tantos años en Nicaragua, pensaba que ya estaba curado de espantos, pero la experiencia que viví esta misma semana me hizo poner los pelo de punta.
Ya comenzamos a trabajar en este proyecto, y la verdad es que la primera salida fue de lo más impactante. Después de tantos años en Nicaragua, pensaba que ya estaba curado de espantos, pero la experiencia que viví esta misma semana me hizo poner los pelo de punta.
Invitado por Johanna, una cooperante alemana que conocí el año pasado en Granada, fui a visitar un comedor infantil que se encuentra a orillas de La Chureca, el vertedero municipal de Managua, que con sus 43 hectáreas de extensión es el más grande de Centroamérica, y recibe diariamente más de 1000 toneladas de basura.
Lo que ahí encontré fue de lo más desolador; un espectáculo realmente dantesco. Cerca de 1500 personas, la mayoría niños, malviven en chabolas literalmente dentro del vertedero y su único modo de sobrevivir es recogiendo y seleccionando basura para después venderla. Algunos incluso encuentran su alimento entre los desechos. El ambiente irrespirable y las aves carroñeras sobrevolando la zona hacen que uno quiera salir de ahí corriendo.
En medio de este infierno, se encuentra el comedor de “Los Quinchos”, una organización italiana, al que niños descalzos, completamente sucios y desnutridos llegan a recibir su comida diaria. La mayoría han nacido entre basura y este es el único mundo que conocen.
Lo que ahí encontré fue de lo más desolador; un espectáculo realmente dantesco. Cerca de 1500 personas, la mayoría niños, malviven en chabolas literalmente dentro del vertedero y su único modo de sobrevivir es recogiendo y seleccionando basura para después venderla. Algunos incluso encuentran su alimento entre los desechos. El ambiente irrespirable y las aves carroñeras sobrevolando la zona hacen que uno quiera salir de ahí corriendo.
En medio de este infierno, se encuentra el comedor de “Los Quinchos”, una organización italiana, al que niños descalzos, completamente sucios y desnutridos llegan a recibir su comida diaria. La mayoría han nacido entre basura y este es el único mundo que conocen.
Antes de comer hicimos una sesión de canciones en la que los niños lo pasaron de lo lindo, pero tras la que, en realidad, nada ha cambiado para ellos; solo espero que les haya quedado un bonito recuerdo de ese día en que llegó un señor con una guitarra...
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